Posted by : Equipo de Catequesis domingo, 21 de julio de 2013

La catequesis para primera comunión es una de las áreas de la catequesis que nos trae hermosas experiencias. Muchos recordamos los bellos momentos que vivimos junto a los niños, quienes muchas veces, se convierten en maestros de los propios catequistas al compartir su humildad, inocencia y deseos de aprender. Sin embargo, nuestra catequesis tiene un gran desafío; convertir a niños y jóvenes en cristianos que experimenten en sus vidas el amor a Jesús y el poder de la oración.

Estamos librando una de las batallas más grandes en la historia de la iglesia, enfrentarnos a un mundo relativista, donde se trata de excluir a Dios. Es primordial que nuestra catequesis emerja como un faro para guiar en la fe a cuantos hermanos, niños y niñas, llegan a nuestro camino. Es urgente comprender que solo el poder de la oración que nace del corazón sincero y arrepentido tiene el poder de acercarnos, hacernos sentir y ver al Dios del que hablan muchos libros. Al orar, no me refiero a repetir, que no tienen nada malo ya que muchos encontramos en la repetición y meditación de plegarias una conexión espiritual con la Santísima Trinidad, pero en esta ocasión me refiero a orar desde el fondo de tu corazón con toda sinceridad. Es muy fácil aprender la definición de orar “dialogo con Dios” pero ¿realmente estamos teniendo esta conversación con nuestro Padre, que conoce nuestros secretos? ¿Estamos enseñando a nuestros niños a hablar con confianza con este Padre Bueno? ¿Somos catequistas que tenemos una vida de oración? No es necesario pasar horas en este diálogo, solamente es necesario sincerarnos y buscar agua de la fuente de la vida, la oración.

Orar a tiempo y destiempo, pero siempre orar!



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