La pandemia del corona virus vino a mover nuestras bases en la catequesis. Todos estabamos "acostumbrados" a ver a nuestros niños y jovenes los fines de semana, jugar con ellos, seguir la misma línea de formación que año con año nos encomienda la iglesia y dar siempre con amor nuestro servicio a pesar de las limitantes. Este año se suma a otro año atípico que vive Nicaragua -esta vez y el mundo entero-  ya que el 2018 debido a la crisis socio político también se vio afectada la catequesis. Pero esta vez ha movido nuestros cimientos. La incertidumbre de no saber si regresaremos a una catequesis presencial es grande y crece cada día más al tener que afrontar la nueva normalidad que vivimos. 

Pero no todo es tan malo, la pandemia ha servido mucho para tomar tiempo para re-examinar nuestra vocación y activar nuevamente nuestra creatividad, nuestra humanidad y caridad. Muchos de nuestros hermanos catequistas no tienen recursos para impartir una catequesis en línea y en igual condición están muchos de los niños de los barrios más humildes que llegaban al templo. ¿Cómo respondemos ante este mundo cambiante? No podemos simplemente dejar morir el proyecto de Jesús y claro que no moriría a pesar que nosotros lo abandonáramos ya que las fuerzas viene de su costado abierto de donde "brota sangre y agua" que nos da vida. Sin duda esta semana de la catequesis servirá mucho para aquellos que realmente quieran replantearse nuevos caminos para evangelizar para hacer llegar el evangelio. ¿Y si en realida estábamos muy acomodados? ¿Qué te impide cambiar?

Que el Señor fortalezca nuestra misión y nos inspire con su Espíritu Santo para poder responder con generosidad a la llamada que hemos recibido.