Al recordar en este mes a San José, padre adoptivo de Jesús, es necesario meditar sobre la ternura, cariño y el cuidado con el que San José  cuidó al pequeño Jesús. Lo protegió de todo peligro, siguió al pie de la letra las indicaciones de Dios para cumplir con su misión.

Muchos padres de familia tienen muchas virtudes de San José, cuidar, proteger, velar con el  bienestar económico y sentimental de la familia, pero a veces olvidamos lo esencial: el amor a Dios. ¿Por qué no centrar nuestras familias en Jesús, como lo hizo San José y María?  Jesús debe reinar en nuestra vida, como personas y como familias. Son muchos los niños que sufren por no tener un papá, y más ahora que vivimos en la época de los embarazos no deseados y las madres solteras. Es necesario que surjan más hombres como José, sin miedo a comprometerse, sin miedo a decir SI, sin miedo a asumir responsabilidades. Simplemente no se puede ser buen cristiano si no se es buen padre.

Oremos para obtener buenos padres de familia y oremos por los jóvenes que un día se convertirán en papas, para que sepan comprender a sus padres, imitar sus virtudes y evitar sus errores.

Jesús, te agradezco

que has puesto a mi lado

a mi papá y a mi mamá.

Ellos han hecho tanto por mí

que yo te pido los conserves

cerca de mi mucho tiempo.

Hazme capaz de hacerlos felices

y que podamos siempre comprendernos

y amarnos al igual que

la Sagrada Familia de Nazaret.

Amen.