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- Una Promesa para TODOS
Posted by : Equipo de Catequesis
martes, 3 de junio de 2014
Cuarenta
días después de la Resurrección del Señor celebramos su Ascensión a los cielos.
Durante estos cuarenta días hemos recordados los más bellos pasajes de las apariciones
de Jesús Resucitado a sus discípulos donde el amor por los amigos y el deseo de
su salvación es el mensaje central de Jesús:
"Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré
adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también.” Juan 14, 3
Ante la
tristeza y el sentimiento de soledad que emergen en los discípulos Jesús les
regala unas palabras alentadoras y de mucho consuelo. Es su deseo más ardiente
que TODOS seamos salvos, que tengamos vida eterna, regresemos al cielo y
vivamos para siempre junto a Él. Si, Él nos quiere a TODOS de regreso, en el paraíso
que perdieron nuestros primeros padres. El espacio no es limitado, no hay propiedad
privada ni un número específico de lugares a ocupar:
“En la
casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a
prepararos un lugar.” Juan 14, 2
Pero la
otra pregunta que surge es, ¿Y ahora qué? ¿El se va y nosotros nos quedamos? “¿Y
ahora quién podrá socorrernos?” Y ante esa duda e inseguridad surge una nueva
promesa de Jesús:
"Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si
no me voy, el Consolador (Intercesor) no vendrá a ustedes; pero si me voy, se
Lo enviaré.” Juan 16, 7
Tenemos
la certeza que no estamos solos, no estamos desamparados, quedamos con el don más
preciado, el Espíritu Santo, tan necesario y tan desconocido por muchos. Es ese
Espíritu que es indispensable para tomar decisiones, asumir proyectos,
aconsejar a nuestros amigos y familiares y en fin para el diario vivir. Hay que
pedir ese Espíritu que habita en nosotros desde que fuimos creados, pero que a
veces olvidamos por nuestra superficialidad. Necesitamos profundizar, no solo
quedarnos en lo externo, en lo cotidiano, en lo superficial, debemos
interiorizar y descubrir ahí en nuestro corazón el Espíritu de Jesús que nos
consuela y nos ilumina.