Grandes, pequeños jóvenes, niños, ancianos, para todos EL está ahí. Es Jesús presente en la Santa Hostia, consagrada por acción del Espíritu Santo, in persona Christi. A El acudimos, sedientos de paz, de vida, en búsqueda de un milagro, de un favor, rogando que nos escuche. Y siempre que lo buscamos, ahí está EL, para escucharte, para amarte, para fortalecerte. Es Jesús, a quien adoramos, es Jesús a quien buscamos cuando sentimos un vació, una soledad, es Jesús quien llena nuestra alma con toda clase de bienes.

Es increíble las gracias que se derraman ante la presencia de Jesucristo Eucarístico, presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Muchos llegamos al sagrario cargados con nuestras tristezas, problemas, debilidades, y con tan solo estar ahí unos segundos, sin decir nada "sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje" (salmo 18) El nos llena en totalidad, nos libera de nuestras cargas, nos da vida nueva, nos transforma. Todo ocurre en un instante ante la presencia del Señor.

Si no has dedicado tiempo a buscar a Jesús en la Eucaristía, no te pierdas de recibir las gracias que Jesús tiene apartadas para ti. El te espera, SIEMPRE, con el corazón dispuesto a envolverte con su amor y misericordia.