Muchas veces en la vida nos encontramos ante situaciones, problemas o dificultades que para nosotros parecen imposibles de sobrepasar. Quizá vienen a nuestra vida enfermedades o problemas que son difíciles de comprender y muchas veces estas ponen a tambalear nuestra fe. Es ahí cuando, como niños pequeños, buscamos refugiarnos en los brazos de nuestro Padre. Los descarriados vuelven, los corazones se convierten, los más inquebrantables sentimientos se suavizan ante la misericordia del Buen Padre Dios. Y es cuando vemos obrar maravillas en nuestra vida. Si estás pasando por alguno de estos momentos, confía en Dios, entrégale todo sin reservas, el tienen el mejor plan preparado para tu vida. Así nos aconseja Santa Teresa Benedicta de la Cruz:

"La verdad es
que no podemos hacer mucho,
sino ponernos en las manos de Dios
y suplicarle que sea Él quien haga todo.
Naturalmente nosotros tenemos que hacer
lo que Él reclama de nosotros".

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Carta 257